Anteriormente…

Daniel encontró una casa a buen precio en Guadalajara, pero pronto descubrió algo inquietante: un pequeño cuarto oculto en el patio trasero, con signos de haber sido usado recientemente. En su interior halló una silla en el centro, un colchón desgastado y objetos que indicaban que alguien había estado allí. Sin registros en las escrituras de la propiedad, el lugar parecía haber sido olvidado… o deliberadamente escondido.

ACTUALIZACIÓN…

Daniel no pudo dormir esa noche. La idea de que alguien más hubiera estado en su casa lo inquietaba. El sonido del viento colándose por las rendijas de la vieja construcción parecía formar susurros, y cada crujido de la madera lo hacía contener la respiración.

A la mañana siguiente, su amigo llegó temprano. Equipados con mascarillas por el polvo, se aventuraron a entrar de nuevo al pequeño cuarto oculto en el patio trasero. La luz de la linterna reveló detalles que Daniel había notado la primera vez: un pequeño hueco que al parecer conduce al interior de la casa.

Daniel compartió una fotografía poco clara sobre aquel pasadizo de la casa. Pero lo más perturbador es que a simple vista, una persona puede entrar por ahí. ¿Adónde llevará ese camino?

Un túnel al interior de la casa

Daniel y su amigo, removieron los objetos que lo cubrían. Revelando un pasadizo angosto que se adentraba en la estructura de la casa. Un olor húmedo y denso emanaba del túnel.

“Esto conecta con el interior”, fue lo primero que descubrieron. Daniel tragó saliva. Las corrientes de aire, los sonidos nocturnos, las cosas moviéndose… ¿Alguien había estado entrando y saliendo de su casa todo este tiempo?

En ese momento, un sonido reverberó desde el interior del pasadizo. Un murmullo bajo, como si alguien estuviera susurrando palabras que no alcanzaban a comprender.

Y entonces, algo se movió dentro. Tal vez un roedor. A estas alturas ya no lo saben.

El túnel, apenas iluminado por el tembloroso haz de la linterna, parecía extenderse más allá de lo que sus ojos podían alcanzar. El murmullo se desvaneció, pero el sonido de algo arrastrándose persistió por unos segundos más, hasta que todo quedó en un silencio denso y opresivo.

Daniel inspiró hondo y se inclinó hacia la abertura. El aire que emanaba del pasadizo era más frío de lo que debería, como si proviniera de un lugar subterráneo. Se arriesgó a extender la mano y apuntar la linterna hacia dentro. La luz reveló paredes de ladrillo desgastado y un suelo cubierto de polvo y escombros. Pero también mostró algo más.

A unos metros dentro del túnel, había marcas en la pared. Rasguños profundos, irregulares, como si alguien hubiera intentado arañar su camino hacia afuera.

—Esto no me gusta nada… —

Daniel, sin embargo, no podía ignorarlo. Si este túnel conducía al interior de su casa, necesitaba saber hasta dónde llegaba. Con un último vistazo a su amigo, comenzó a adentrarse en el pasadizo, arrastrándose con dificultad.

El túnel parecía angostarse conforme avanzaba, y el olor a humedad se volvía más penetrante. Cada movimiento hacía que el polvo se levantara, y el eco de su propia respiración le resultaba ensordecedor.

De pronto, sintió algo bajo su mano. Un objeto duro, enterrado entre los escombros. Lo recogió y pasó la linterna sobre él.

Era un reloj de pulsera, antiguo y cubierto de suciedad. La correa estaba rota, pero lo que hizo que su piel se erizara fue la hora detenida en la carátula.

Las manecillas marcaban exactamente las 3:12.

Un segundo después, un sonido detrás de él lo hizo congelarse.

Algo… o alguien… se estaba arrastrando por el túnel detrás de ellos.

Esta historia aún se está desarrollando. Pronto habrá más información sobre lo que Daniel descubra en los próximos días…